Una de ellas, es la historia de Elpídio Arcebispo Chalaça, uno de sus famosos habitantes. Su familia se estableció hace más de un siglo en el Pontal de Maracaípe, donde se encuentra, actualmente, rodeada por posadas y restaurantes, algunas propiedades de él y sus herederos. Por otra parte, este lugar se destaca por ser uno de los escenarios paradisiacos más elegidos, donde habitan grandes grupos de caballitos de mar, gracias a sus aguas cálidas de río y mar. Allí no solo los visitantes exploran el manglar a través de paseos en balsa, si no que los más románticos lo procuran para ver la puesta de sol. Sin embargo, hasta el siglo XVI, la región estaba completamente poblada por los indios Caetés, de la etnia Tupí-Guaraní. Guilherme Belbert, paulista radicado en la región revela: "Hasta el día de hoy seguimos encontramos restos de cerámica indígena en el suelo". Algunos nativos cuentan que la famosa tribu realizaba misteriosos rituales, ceremonias y brujerías. De acuerdo con ellos, estos habitantes originarios se dirigían hacia el río Maracaípe – “árbol que canta” en lengua tupí - para celebrar distintos acontecimientos como bodas y funerales. Bajo la orientación y el rito de un chamán, los recién casados consumaban su noche de bodas al borde del agua bajo las estrellas.
La llegada de las colonias holandesas y portuguesas, impactó profundamente en la vida de esta tribu en la región. Sin embargo, con el paso de los años esta historia se transformó en un mito, según el cual, las parejas que visitan el Pontal reciben la bendición del chamán y atraen suerte a su relación.
"El lugar tiene una energía positiva y es una de las más elegidas para realizar paseos románticos", explica Guilherme Belbert. Las leyendas agregan más significado a la historia de Porto de Galinhas y atienden la curiosidad de los viajeros.