DIARIO DE TURISMO
Editado en Córdoba - Argentina

INTERNACIONAL

Ámsterdam entre el desenfreno y el encanto

Pocas ciudades en el mundo generan tanta expectativa antes de visitarla. Una mezcla de ansiedad, desconcierto y sensaciones encontradas a partir de las historias escuchadas. Para algunos esto se manifiesta a través de un poco de miedo e inseguridad y para otros como un libertinaje y una sensación de libertad nunca antes experimentado. Estamos hablando de Ámsterdam.

Jueves 05 de Enero de 2017

Nuestro viaje comenzó luego de visitar la pacífica Bélgica. Salir de Brujas y su entorno silencioso es en primera instancia un contraste importante al llegar a la capital holandesa. La estación central de trenes de Ámsterdam, magnífica por donde se la mire, destella por la puntualidad de cada uno de los trenes que llegan y se van con una coordinación que supera lo perfecto.

Nuestras primeras experiencias caminando por sus calles fueron de un amontonamiento y un trajín constante. Gente de todas las naciones del mundo caminando por las calles en busca de Coffeeshops, tiendas eróticas y la afamada zona roja. Los restaurantes y lugares de comida presentan en su cartelería una oferta cultural variada e increíble. Desde parrillas argentinas (muchas parrillas argentinas) hasta sushi o comida india. Por ahora nada holandés.

A medida que nos acercábamos a nuestro hostal el tumulto se disipaba. La zona del Niuwemarkt es el límite entre la concentración y la tranquilidad. Los precios de los hostels son un tema aparte. Visitar Ámsterdam es enfrentarse a los precios más altos de toda Europa. Será imposible conseguir un lugar a menos de 30 Euros en una habitación compartida entre 20 personas. De todos modos el tiempo que se pasa en el hostel es el mínimo y necesario con la gran variedad de cosas que la ciudad tiene para ofrecer.

Las dos caras de la moneda

Los que viajen allí esperando la locura, el desenfreno y el libertinaje mantengan la calma, sin lugar a duda lo encontrarán. Abundan los Coffeeshops donde se puede probar marihuana o hachís y la famosa zona roja donde las mujeres ofrecen sus servicios hace cientos de años, una tradición que se remonta a la llegada de los marineros y piratas y actualmente no tiene ningún tipo de escrúpulos.

Pero para todos los que vayan buscando algo más, quizás sospechando que Amsterdam es mucho más que grupos de amigos veinteañeros viviendo el desenfreno, también mantengan la calma porque lo encontrarán. La capital holandesa desborda belleza arquitectónica, canales de ensueño, museos que nada tienen que envidiarle a los mejores del mundo y un aire inspirador y romántico difícil de encontrar en otro lugar.

Nuestra Amsterdam

El primer recuerdo que tenemos de Ámsterdam se remite a los pies. Pocas veces caminamos tanto por una ciudad. Recorrimos cada uno de los canales que forman el espiral perfecto que mezcla bohemia y romanticismo, observamos una y mil veces los edificios inclinados, angostos, altos y deformes que forman la silueta de una ciudad sin igual y nos sentimos atrapados en una realidad que va muchísimo más allá de lo real.

El barrio del Jordaan desborda bohemia por dónde se lo mire. Caminar cada una de sus calles es volver a conocerlas por más que ya hayamos pasado por allí unas mil veces. Las flores en los balcones, las bicicletas encadenadas a los puentes y las luces que comienzan a encenderse de manera sincronizada a las siete de la tarde hacen de Ámsterdam una ciudad de ensueño que nada tiene que enviadarle a la tan afamada París.

El Museo de Ana Frank merece ser visitado. Un recorrido muy bien armado a través de la casa en la que la familia Frank se refugió durante la invasión del Nazismo a mediados del Siglo XX. Conocer cada una de las salas de la casa y en especial el escondite secreto inunda de emociones a cada uno de los viajeros. En especial a aquellos que leyeron la historia de la pequeña Ana relatada en su diario. El Vondelpark funciona como el pulmón verde de una ciudad que se vuelca a sus callecitas rodeadas de árboles cada tarde. Cientos de holandeses corriendo, andando en bicicleta o en sus clases de fitness contrastan con una de las características más coloridas del lugar, las parrillas. Ubicadas a lo largo del inmenso inmenso parque las personas pueden llevar su parrilla y encender un fuego para preparar alguna salchicha y compartirla entre amigos. Un poco de desprolijidad ante tanta correctitud holandesa.

La Heineken Experience es la novedad en la ciudad. Para saber si merece la pena o no queda otra opción que ir. Si se busca algo autentico definitivamente no es el lugar. Pero si en cambio se busca una manera original y moderna de conocer la historia de una de las cervezas más famosas del mundo el recorrido no decepcionará. De todos modos el precio es un poco alto a comparación de otras actividades que pueden realizarse en la ciudad por 18 euros.

El Museo de Van Gogh es una de las joyitas de la ciudad con un recorrido interactivo, dinámico y muy explicativo. Permite entender la vida de uno de los pintores más famosos del mundo a través de su obra. Además conocer el fantástico edificio moderno que lo alberga es un punto más que a favor. Si el día ayuda se puede disfrutar del gran parque que lo rodea, linda forma de descansar los pies tras una gran caminata por la ciudad.